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El nuevo cine; el STREAMING

Hablemos un poco más a fondo del término digital. Parece ayer cuando las bobinas, lentes y diafragmas generaban una película que luego sería proyectada en cines, pero junto a los colores ácidos, la laca y las mayas, en 1988, llegaría H.261, considerado la base de los estándares modernos, trayendo consigo una ola de nuevos formatos y maneras de ver el vídeo. La era tecnológica dio paso a infinidad de nuevos conceptos, entre ratios, píxeles y demás, surgió algo que llegó para cambiar un poco más las cosas; Internet. Que aunque ya tuviera una trayectoria de casi 20 años, no fue hasta los años 90 que empezó a llegar a los hogares de todo el mundo.


Ya sabíamos la tendencia, el paso del tiempo, la bajada de precios y la estandarización había dejado claro que cada vez se consumía más material audiovisual en casa. Fue en 2005 cuando apareció Youtube convirtiéndose en el gran propulsor de los videos vía internet y poco fue lo que se tardó en ver las primeras copias de series o películas en esta web. Nos acostumbramos rápido a lo que eran las plataformas de streaming y el éxito exponencial cosechado que venían trayendo desde que apareció la alta velocidad y el internet de las cosas.



Cine digital en streaming

En 2010 es donde entra en juego nuestro protagonista, Netflix, que aunque llevase desde 1997 como empresa de servicio de DVD por correo, no fue hasta esta fecha que decidió dar el salto al servicio streaming. Sin ninguna duda el hecho de poder tener una plataforma web que diera un servicio de calidad con una colección de 100 000 títulos, con sus respectivos idiomas, subtítulos, y sus rápidos tiempos de carga, hizo que pagar no se nos volviera difícil. Estaba claro que era una fórmula de éxito y sus números lo avalaban superando los 10 millones de suscriptores. Tanto es así que en 2011 dio el salto a producir su propio contenido.


A estas alturas conocemos esta plataforma casi a la perfección incluso de las calidades de su servicio Básico (720p) con una pantalla simultánea, Estándar HD (1080p) con dos pantallas simultáneas, y Premium UHD (2160p), con 4 pantallas. Pero... ¿Sabemos los requisitos a los que ha de atenerse una cámara y los formatos de grabación para poder llevar nuestro contenido a esta plataforma?


Para empezar hablemos de lo básico, los sensores. Netflix ha implementado el Ultra HD. Y cómo tal, necesitaremos un sensor de 4k verdadero.

  • La resolución igual o superior a 3840 photosites de ancho.

  • Formato de grabación, deberá tener un registro lineal mínimo de 16 bits o 10 bits de log processing.

  • Bitrate mínimo de 240 Mbps, lo que se traduce a 24 fps.

  • Un formato de archivo RAW, o COMPRESSED.

  • NO aplicaremos correcciones de aspecto o color en los archivos originales de la cámara incluyendo los metadatos, que no han de modificarse.

  • Hablemos del balance de negros, debe de ser chequeado a diario, con una temperatura normal de cámara, ateniéndonos a las instrucciones específicas de cada cámara.

  • El aspect ratio mayor a 2:00:1 deberá de ser evaluado y discutido con Netflix para su aprobación. (Es decir, si realmente lo exige tu material adelante, pero será más complicado, tardará más y puede ser que no te lo aprueben).

  • El cuadro de montaje debe filmarse antes de que comience la fotografía principal, y procesarse a través de la canalización de los dailies, que se compartirá con editorial, postproducción y efectos especiales.

Y lo más importante, ¿qué cámaras aprueba nuestro querido Netflix? Aquí te dejamos un cuadro resumen con las más representativas.


Camaras de cine digital

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