Ellas en sonido
Dicen por ahí que escuchar no es lo mismo que oír. Y si no que se lo comenten a Tarantino. Desde hace ya muchos años la industria audiovisual se ha dado cuenta que transmitir una historia fuera del tipo que fuera, no depende sólo de una imagen.
El avance de la tecnología impulsó desde el silencio de unas butacas en donde pudimos viajar a la luna por primera vez gracias a Meliés a poder distinguir perfectamente el ángulo de una bala pasando rozándonos el oído como en Dunkerque de la mano del maestro Christopher Nolan galardonada por la academia con nada menos que dos premios Oscar en la edición y montaje de sonido. Nadie se imagina una historia a día de hoy sin una voz que la cuente, sin unos pasos que la sigan o un mar de fondo en un día de playa. Y de esto Sara Sánchez Gancedo, pilota bastante.
No es ningún misterio que si tenemos que hablar de cine y trabajar en él, no podemos pasar por alto la sensibilidad que requiere. Como ya llevamos diciendo desde hace unos días, el buen trabajo y el esfuerzo no distingue de sexos, y hoy como representación tinerfeña de estos valores, hemos decidido apuntar el micro en la dirección correcta. Y ha merecido la pena.
- ¿Qué te impulsó a dedicarte a la industria del cine?
No solo me dedico al cine, también a la televisión, a los documentales, la publicidad y demás. Me fascina el poder que el relato tiene en nosotros, y la magia de la artesanía técnica que tiene lugar tras la cámara.
Además, las características de este trabajo se ajustan a mi carácter. Participas en proyectos nuevos todo el rato, viajas, conoces gente de todas partes y nunca sabes que vendrá mañana.
- En pocas palabras, cómo resumirías tu trabajo?
Hago sonido directo y edición de sonido. Mi trabajo es conseguir la mejor materia prima posible en set para poder luego crear un sonido fenomenal en el estudio.
- ¿Cuál ha sido la producción/es de la/las que te sientes más orgullosa?
He trabajado en producciones maravillosas, pero me siento personalmente muy orgullosa del rodaje que hice a principios del 2017 en Londres, Lost in London, de Woody Harrelson. Se rodó todo en un solo plano secuencia que se emitió ¡en directo! en cines de Estados Unidos e Inglaterra. Fui parte de un equipo enorme que se vio sin excepción en el trabajo más complicado de su carrera. Fue increíble ver el "The End" en la pantalla y que hubiera salido todo bien. Muy difícil, y muy emocionante.
- ¿Te encontraste algún problema, o alguna situación destacable al empezar tu carrera por ser mujer? De ser así cual?
No, no recuerdo nada reseñable al principio, que ocurriera por ser mujer.
- Dentro de tu rama, ¿cuál sería la proporción de mujeres que sueles ver? (1-10)
En España nunca he coincidido con una mujer. Con eso lo digo todo. Las hay, y muy buenas, pero me parece muy elocuente el hecho de no haber trabajado con ninguna. En Inglaterra la proporción cambia, allí he coincidido con un 35% de mujeres aproximadamente.
- ¿Qué les dirías a las mujeres que quieren hacerse un hueco en este complicado mundo?
Que no duden en lanzarse a por ello. El sector está preparado para más mujeres en todos los departamentos. Mi peor obstáculo he sido a menudo yo misma. Les diría que exploraran su propio machismo antes de nada. Para que cambien las cosas, lo primero es cambiar una misma.
- ¿Crees que existe discriminación en el sector?
Aunque mi experiencia ha sido muy favorable con mis compañeros de departamento, en los que no he notado discriminación alguna por ser mujer, los números nos dicen que hay un problema, y es muy grave. Sería muy interesante descubrir a qué se debe.
- ¿Qué piensas del movimiento 8 de marzo? (¿te unirías, te unirás, te uniste?)
Me uno, totalmente. A veces es difícil ver el problema cuando crees no ver machismo evidente en tu día a día, pero si una pone un poco más de atención, no se puede negar que hoy en día nacer en un género u otro significa tener un acceso diferente a las oportunidades laborales, familiares y personales. Y eso no es justo. Creo que hay razones reales para estar en lucha, y que el resultado de la igualdad entre mujeres y hombres bien merece pasar por los tiempos revueltos en los que nos encontramos. El no ver el problema es para mí el síntoma más claro de que el problema existe, y la llamada de atención más clara para una misma.
- ¿Qué mejorarías a grandes rasgos de la filosofía de trabajo del mundillo (te has encontrado problemas comunes)? ¿Cuáles?
En los equipos técnicos del cine español sigue habiendo muchos reductos bastante rancios, y todavía no hay una presencia equilibrada de mujeres en el set, especialmente en los departamentos de sonido, luz y cámara, lo que se suele traducir en un tipo de comportamientos poco profesionales entre compañeros.
Creo que nos quedan muchos años de trabajar codo con codo hasta poder trabajar tranquilas del todo. Es importante crear una comunicación laboral cómoda para todos. En muchos sets me he encontrado que muchos compañeros están oxidados en el arte de hablar con una mujer sin intentar ligar con ella o ponerla en una situación complicada para pasar el rato con sus amigos. No creo que lo hagan con malicia ni en la mayoría de las ocasiones con intención real de ligar y además personalmente me he reído mucho a lo largo de los años con muchas de las situaciones que se dan, pero es injusto que todas tengamos por fuerza que empezar cada día con ese extra de trabajo en el set, que ya de por sí es un lugar estresante y agotador.
Si eres un compañero, estás leyendo esto y no sabes muy bien de qué hablo, intenta tomar como directriz esto que oí y me parece que nos pone en el buen camino: DURANTE LA JORNADA LABORAL, no le digas nada a una compañera que no te gustase que alguien te dijera en el patio de la cárcel.
- Movimiento Me too. ¿Qué palabra/s se te vienen a la cabeza?
Transparencia. Maltrato. Poca profesionalidad (la de aquellos que han abusado de su posición de poder).
Una vez más, creo que cuando dejemos atrás este problema comunicativo, en el que hombres y mujeres no están muy acostumbrados a relacionarse en términos neutrales de compañerismo, la cosa por fuerza tendrá que mejorar.
Cuando el movimiento #MeToo hizo su segundo resurgimiento, escuché el comentario: "Pobres chicas, lo que tienen que hacer para poder triunfar". Me hizo darme cuenta de lo profundo del problema. Sus raíces van más allá de lo enfermos que están aquellos hombres en el poder que utilizan de esa manera su influencia, hay que encontrarlas también en el miedo que pasan las mujeres profesionales a que su carrera en el cine se acorte por hacerse mayores o ser menos bellas. Y solo conocemos las historias de unas pocas con la consciencia suficiente y la mala suerte de encontrarse un desgraciado en el camino. Pero el verdadero problema es que el sexo o la posible promesa del mismo siga siendo una moneda de cambio en circulación, en un mundo en el que hablar de tu a tu y con normalidad con un compañero o superior sigue siendo en ocasiones imposible.
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